marzo 25, 2008

Para que no olvidemos.

24 de marzo de 1976

El Golpe Militar

Todo terminó a la una de la madrugada del 24 de marzo de 1976 cuando el general José Rogelio Villarreal le dijo a Isabel Martínez de Perón: “Señora, las Fuerzas Armadas han decidido tomar el control político del país y usted queda arrestada”. O todo comenzaba. Es cierto: el país no estaba bien. Había inflación, crisis sindical, violencia y una sensación de ingobernabilidad absolutamente real. Pero lo que se iniciaba esa fatídica madrugada sería peor. Asumía el control del país una Junta de Comandantes en Jefe integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Agosti. “Control del país” significó, entre otras cosas, disolución de los partidos políticos y del Congreso, anulación de la libertad de prensa y expresión, reemplazo de la Corte Suprema de Justicia, supresión de toda actividad política y sindical, entrega económica. Y, fundamentalmente, muerte. Una pena de muerte disfrazada para “quienes causaren daño a medios de transporte, de comunicaciones, usinas, instalaciones de gas o agua y otros servicios públicos; para los que contaminaren el agua, los alimentos y las medicinas; para los que causaren daños con explosiones o incendios; para los que sean sorprendidos infraganti y no acaten las intimaciones, o se enfrenten con las fuerzas de seguridad', pero en realidad significaba para todo el país que no acatara las órdenes, por más irracionales que fueran.

Comenzaba el mayor genocidio de la historia nacional. El terrorismo de Estado ocupaba los sillones. El plan de exterminio estaba en marcha. La Argentina, los argentinos, nunca más serían los mismos.



24 de marzo de 1976

Una mañana triste y gris

En la madrugada del 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel Perón, aplicaron un profundo programa de ajuste económico y pusieron en marcha un sistemático plan de represión ilegal que provocaría la desaparición de 30.000 personas.


Adagio a mi país (Letra y música: Alfredo Zitarrosa)

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En mi país, que tristeza,

la pobreza y el rencor.

Dice mi padre que ya llegará

desde el fondo del tiempo otro tiempo

y me dice que el sol brillará

sobre un pueblo que él sueña

labrando su verde solar.

En mi país que tristeza,

la pobreza y el rencor.

Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.

Dice mi padre que un solo traidor

puede con mil valientes;

él siente que el pueblo, en su inmenso dolor,

hoy se niega a beber en la fuente

clara del honor.

Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.

En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.

Canta mi pueblo una canción de paz.

Detrás de cada puerta

está alerta mi pueblo;

y ya nadie podrá

silenciar su canción

y mañana también cantará.

En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.

En mi país, que tibieza,

cuando empieza a amanecer.

Dice mi pueblo que puede leer

en su mano de obrero el destino

y que no hay adivino ni rey

que le pueda marcar el camino

que va a recorrer.

En mi país, que tibieza,

cuando empieza a amanecer.

CORO:

En mi país somos miles y miles

de lágrimas y de fusiles,

un puño y un canto vibrante,

una llama encendida, un gigante

que grita: ¡Adelante... Adelante!

En mi país brillara

El sol del pueblo ardera

Nuevamente alumbrando

Mi tierra

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