Luego del "vaciamiento" del laboratorio medicinal Columbia por parte de sus dueños, y a un año de que un grupo de ex trabajadores se conformaran en Cooperativa para recuperar su fuente de trabajo, el edificio de Devoto abre nuevamente sus puertas para ofrecerles a los vecinos un centro cultural.
La historia de la Cooperativa de trabajo Bio Devoto Ltda. comienza con el vaciamiento del laboratorio medicinal Columbia por parte de sus dueños.
Este laboratorio ubicado en la calle Cervantes 2950, en el barrio de Devoto (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), comenzó a funcionar en 1965 bajo el nombre de Disprovent con 130 empleados entre trabajadores de planta y visitadores médicos que recorrían todo el país. Se instaló en el barrio recién en 1977 realizando la producción de decenas de marcas de medicamentos como Biotaer, Siderblut, entre otras. Dos décadas después el auge de la empresa se esfumó cuando el laboratorio comenzó a llamarse Columbia para pasar a manos de capitales mexicanos. "Vendieron las marcas de los productos más importantes, nos prometieron capacitación y tecnología, pero jamás hicieron ninguna inversión y además empezaron a prescindir del personal", asegura Wilfredo Román, ex trabajador y actual presidente de la Cooperativa Bio Devoto.
Cuando de más de cien trabajadores quedaron sólo seis, los pocos que decidieron continuar la lucha intentaron buscar ayuda recurriendo al Sindicato de Sanidad, al Ministro de Trabajo, hablaron con los medios y hasta le enviaron una carta al Presidente de la Nación. Pero no hubo caso. Las marcas habían sido compradas por el monopólico laboratorio Roemmer, "entonces el Sindicato se lavó las manos y los mexicanos se fueron con los millones que ganaron sin invertir acá ni en una curita", se indigna Susana González, ex empleada e integrante de Bio Devoto.
Fue en febrero de 2007 que los empleados dijeron "basta": "Hicimos al revés de lo que siempre sucede. Una mañana tomamos el lugar y no dejamos entrar a los jefes", relata W. Román quien cuenta con asombro que los empresarios nunca volvieron a reclamar por el edificio y que quienes eran los apoderados "al ver la gravedad del caso se borraron".
En Cervantes 2950 sólo quedaron inmensas deudas y un único ambiente habilitado para trabajar. Por esta razón sin poder hacer una inversión económica la Cooperativa está casi imposibilitada de recuperar un comercio tan costoso y delicado de llevar adelante como lo es un laboratorio medicinal. "Si esto fuera una fábrica de caramelos sería más fácil", deduce . Román.
Een noviembre pasado inauguraron el Centro Cultural Bio Devoto con el objetivo de crear un espacio de encuentro y arte, accesible para todos los vecinos.
En marzo se abre la inscripción para tomar clases de danza árabe, teatro, plásticas, dibujo, serigrafía, bijouterie, salsa y tango, entre otros (ver Talleres y cursos en este blog).
La historia de la Cooperativa de trabajo Bio Devoto Ltda. comienza con el vaciamiento del laboratorio medicinal Columbia por parte de sus dueños.
Este laboratorio ubicado en la calle Cervantes 2950, en el barrio de Devoto (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), comenzó a funcionar en 1965 bajo el nombre de Disprovent con 130 empleados entre trabajadores de planta y visitadores médicos que recorrían todo el país. Se instaló en el barrio recién en 1977 realizando la producción de decenas de marcas de medicamentos como Biotaer, Siderblut, entre otras. Dos décadas después el auge de la empresa se esfumó cuando el laboratorio comenzó a llamarse Columbia para pasar a manos de capitales mexicanos. "Vendieron las marcas de los productos más importantes, nos prometieron capacitación y tecnología, pero jamás hicieron ninguna inversión y además empezaron a prescindir del personal", asegura Wilfredo Román, ex trabajador y actual presidente de la Cooperativa Bio Devoto.
Cuando de más de cien trabajadores quedaron sólo seis, los pocos que decidieron continuar la lucha intentaron buscar ayuda recurriendo al Sindicato de Sanidad, al Ministro de Trabajo, hablaron con los medios y hasta le enviaron una carta al Presidente de la Nación. Pero no hubo caso. Las marcas habían sido compradas por el monopólico laboratorio Roemmer, "entonces el Sindicato se lavó las manos y los mexicanos se fueron con los millones que ganaron sin invertir acá ni en una curita", se indigna Susana González, ex empleada e integrante de Bio Devoto.
Fue en febrero de 2007 que los empleados dijeron "basta": "Hicimos al revés de lo que siempre sucede. Una mañana tomamos el lugar y no dejamos entrar a los jefes", relata W. Román quien cuenta con asombro que los empresarios nunca volvieron a reclamar por el edificio y que quienes eran los apoderados "al ver la gravedad del caso se borraron".
En Cervantes 2950 sólo quedaron inmensas deudas y un único ambiente habilitado para trabajar. Por esta razón sin poder hacer una inversión económica la Cooperativa está casi imposibilitada de recuperar un comercio tan costoso y delicado de llevar adelante como lo es un laboratorio medicinal. "Si esto fuera una fábrica de caramelos sería más fácil", deduce . Román.
Een noviembre pasado inauguraron el Centro Cultural Bio Devoto con el objetivo de crear un espacio de encuentro y arte, accesible para todos los vecinos.
En marzo se abre la inscripción para tomar clases de danza árabe, teatro, plásticas, dibujo, serigrafía, bijouterie, salsa y tango, entre otros (ver Talleres y cursos en este blog).
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